A todos los hermanos de la Orden Franciscana Seglar
Mis queridos hermanos,
¡Que el Señor nos de su paz!
Aún escuchamos en nuestros oídos el anuncio de la Pascua «¡No está aquí, ha resucitado!», y hemos leído en el Evangelio, que Jesús dijo: “si no voy, el Consolador no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré”. Hace ya más de un año que esperamos que las cosas cambien. Sin embargo, parece que la vida transcurre, día a día, sin cambiar nada. Pero si no vemos algo, no significa que no exista o que no suceda.
Veo, escucho y siento, mis queridos hermanos y hermanas, ¡cuántas dificultades hemos tenido que afrontar!, ¡cuanta lucha en nuestras vidas!… tanto en el sentido espiritual, como en el sentido concreto del día a día. Muchos de ustedes tuvieron que experimentar la enfermedad que puede causar este virus, cuán peligroso, a veces mortal, es. Todos tenemos a alguien a nuestro alrededor, en la familia, en la fraternidad, que sufrió, que tuvo dificultades o incluso falleció. Durante esta pandemia muchas veces nos sentimos impotentes y nos contagiamos de mal humor. ¿Pero estamos realmente indefensos? ¿Son estos temperamentos realmente necesarios? ¿No somos demasiado apáticos? No te preocupes, no somos peores que los discípulos que iban a pescar, pero no pescaron nada 2 . Parecía ser un fracaso total. Más tarde, los discípulos se reunieron detrás de las puertas cerradas, porque a pesar de deshacerse de los romanos, tenían que experimentar el miedo de los judíos.